6.3.09

Propuesta de Intervención DC: Un Tema Realmente Clave para la Estabilidad

“A estos muchachos economistas no los contrataría ni Obama ni Angela Merkel, porque Obama se quedó con un tercio de CitiBank y el gobierno alemán legisló para nacionalizar la banca. O sea, con dificultad serían economistas en Chile” Respondió Francisco Vidal a las críticas del Decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile y el profesor de la Universidad de California a la propuesta DC. Sin embargo el bello argumentum ad autoritas hoy día le va a servir menos que sus emocionantes analogías futbolísticas al profesor de historia y geografía porque simple y llanamente vamos a contar las cosas como son: El saltarse o pasar una ley de quórum calificado para rescatar e intervenir las empresas supuestamente en peligro y entregarlas al manejo del estado es una medida perfectamente estúpida.

Y no se trata de estar acá intentando “responder de acuerdo a los manuales del neoliberalismo”, como él dijo. En efecto, el objetar ad populum de que sólo porque otros países lo hacen nosotros también deberíamos, deja en claro quiénes son los que a fin de cuentas, como él menciona, “no tienen realmente respuesta para la crisis” al sufrir lo que el divertido ex miembro del comando Rolando Matus denomina “perjuicios ideológicos”.

Quizás las críticas de los economistas acerca del plan de intervención fueron muy sintéticas en su argumentación, sin embargo, solo hay que echar un vistazo a nuestro historial para darnos cuenta de que es lo que estamos hablando en verdad. Es decir, considerando el desempeño de la gestión estatal en empresas que no estaban en crisis como CODELCO y Metro, u otras que nacieron en crisis como TranSantiago y EFE; por lo menos es para considerar que alguien que se opone a la idea no es algún fanático religioso de alguna ideología en particular ¿Tan raro es alguien así para esta gente? Bueno, es posible, considerando que la respuesta de la UDI frente al tema fue no dudar en hacer la inmediata comparación con la Unidad Popular. Pero ¿dónde queda el sentido común dentro de este castillo de partidarios e ideólogos?

A primera vista los rescates de las grandes empresas suenan como a una necesidad de mantener activa la economía. Es decir, la crisis gringa aparenta que el hecho de que el estado no sea un participante del mercado termina con estas consecuencias. Sin embargo, lo cierto es que si uno se aleja un poco, nada de eso es tan así. En principio, ya sabemos que E.U. no es un ejemplo para nadie en estos momentos. No se sabe cuál es el verdadero efecto de los rescates efectuados por el macabro Bush. Y aunque estemos todos alegres de que con el nuevo presidente gringo se espere el fin de la guerra en medio oriente; nadie nos asegura, ni nada ha probado las habilidades del icónico personaje como economista. De modo que hablar de que Obama se quedó con un tercio de CitiBank solo refleja la mentalidad subdesarrollada de creer que porque es extranjero es bueno, y el hecho de que Vidal piensa que las personas (políticos) son las que se quedan con las cosas y no los Gobiernos. Ya desde Junio del año pasado muchos advertían: Beware of Obama's Chicago Boys. Y de hecho, en realidad E.U. con su guerra, su pésimo sistema de salud, su imagen internacional en franco deterioro, sus niveles de violencia y posesión de armas, y su crisis financiera: es justamente lo que no queremos llegar a ser.

Por otro lado, y retomado el tema fundamental, estamos muy equivocados si pensamos que en E.U. el estado no toma parte del mercado. Tampoco quiero decir que el estado no debiera tener roles. La cuestión es simple, los roles del Gobierno son claros y cuando no los cumple o empieza a cumplir otras funciones, sucede lo que ha estado sucediendo. Es decir, la causa directa de la crisis financiera es justamente que el estado americano dejó de hacer las cosas que se sabe que hay que hacer, y en cambio, de una manera misteriosamente innovadora se haya dedicado a hacer otro tipo de cuestiones. Por ejemplo, el Acta de Reinversión Comunitaria obligó, durante años, a los bancos a dar préstamos que no se hubiesen entregado, generando el colapso de los derivados financieros en base a hipotecas. En contraposición, ideas tan enrarecidas como la desregularización en el mercado de la energía en California, algo impensable para cualquier persona que haya leído alguna vez algún resumen de economía, increíblemente terminaban por concretarse con terribles consecuencias, a partir de la estrecha relación entre Enron y el mundo político. Esto produjo cortes eléctricos programados por la empresa suministradora, en California, solo para inflar los precios de la energía. En E.U. la falta de fiscalización estatal en los temas contables fue lo que llevo a que se produjera la estafa más grande que el mundo ha presenciado (Bernard Madoff), todo porque el estado deja de hacer lo que corresponde y empieza a hacer payasadas. Y para que mencionar la fuerte ligazón entre el estado y la Asociación Nacional Federal de Hipotecas o la Corporación Federal de Préstamos Hipotecarios.

Sin embargo, a pesar de todo, E.U. se ha dedicado a seguir con la política inventiva en vez de hacer lo que es sabido que funciona. Lo grandes rescates y los matrimonios a la fuerza entre grandes empresas no solo obligan a ese pueblo a comprar porciones y acciones de proyectos que no valen o son poco competitivas pagando así por los errores de los especuladores que no quieren perder su dinero. Ideas como nacionalizar la banca y comprar pedazos sustanciales de ciertas instituciones financieras han provocado la abrupta caída del valor estas empresas, como por ejemplo CitiBank, y eso solo cuando la idea se dió a conocer. No sólo se da una mala señal comprándole a esta gente a precios inauditos cosas inservibles para que tengan dinero para seguir invirtiendo en hacer lo mismo de nuevo. Además, el nivel de concentración de poder es cada vez más temible, en especial cuando al económico se le suma el poder político. Sin embargo, hay que hacer una separación, la tan llamada nacionalización bancaria para los gringos no significa lo que historicamente todos conocemos: que el fisco tome el control y se encargue de proveer y gestionar los créditos a personas y empresas. En cambio, de lo que se está hablando es de que simplemente el estado adquiere participación importante de la empresa, algo mas parecido a los rescates.

Pero, a pesar de lo anterior, el alcance de nombres e ideas empieza a asustar. Mal que mal, solamente hay que recordar los tiempos de la dictadura. Cuando se nombró a esté respetable grupo de seguidores de la ideología gringa de Milton Friedman. La tan celebrada política de shock de esos tiempos fue dura para la sociedad a tal punto que terminó por arrasar con cualquier vástago de la idea del Welfare State. El legado es una Concertación con una especie de lobotomía en cuanto a esas ideas. En cambio, aunque la economía menos intervenida nos sacó del hoyo en el que estábamos para 1973, las propuestas "a la americana", plasmadas en eldocumento llamado "El Ladrillo", en relación a políticas cómo fijar el dólar, erradicar mayormente todo tipo de sindicación, o minimizar el gasto fiscal (sumadas a la crisis petrolera de ese tiempo) también pasaron la cuenta en 1982. El Gobierno, que había estado tratando de reprivatizar los bancos después de la Unidad Popular, ridículamente volvió a intervenir a los insolventes bancos, traspasando la deudas privadas al Estado. Sólo después de 1985 la situación comenzó a mejorar en el país, cuando se tomaron medidas cómo por ejemplo la privatización de la banca intervenida en la crisis, o de empresas cómo ENTEL, CAP, IANSA, ENERSIS, CTC o Laboratorios de Chile. Es decir, todo lo contrario de lo que se plantea hoy en día. Sin embargo, y a pesar de todo esto, hay algunos que aún creen que cuando hay una crisis el Gobierno debe tomar la terrible desición de hacer quebrar: o a las empresas, o a las personas o a los bancos. Y la mayoría incluso considera que hay que salvar a los bancos por sobre todo, cuando lo intuitivo es que el Gobierno sea el primero en recibir las balas dando dinero y apoyo a la gente; y en segundo lugar, la quiebra de algunos bancos y el supesto frenazo del ciclo financiero a largo plazo que le seguiría, es mucho menos doloroso socialmente a que las personas vivan miseria.

Muchos analistas advierten que el perder de vista el tema de la concentración del poder es lo que ha jugado un papel importantísimo en la gestación de la crisis. Este tipo de medidas son como “cavar la propia tumba” y terminan por pasar la cuenta tarde o temprano. Por ejemplo, marcadores como el índice de Albert Hirschman y Orris Herfindahl (IHH) superan el 12% considerado seguro en miles de mercados. De hecho el valor comúnmente sobrepasa por el doble al umbral del 18% a causa de las nuevas fusiones entre empresas lo que quiere decir que la concentración de poder dentro de estas industrias es alarmante, algo análogo al monopolio. Lo peor es que cuando estos gigantes semi monopólicos caen, justamente hacen caer a todos por su naturaleza monopólica. En efecto, se termina por tratar de revivirlos una vez más siendo una especie de droga con forma de boomerang para la economía. En consecuencia, y en relación al mentado “neoliberalismo” de Vidal, el rescatar estas empresas es en efecto darle el remedio que necesita la economía insustentable y voraz del laissez faire.

Y henos aquí en Chile, un país que se pronostica como uno de los dos más protegidos de latinoamérica frente a la crisis, en comparación con situaciones como la de Argentina y Brasil. Sin embargo, la falta de sentido común y la adhesión a los partidos ideológicos amenaza con evitar el sano live and let die y en cambio salir al rescate de los grandes empresarios, por supuesto, demagógicamente, en el nombre de los empleos de los trabajadores. No puede ser que se nos plantee que la única solución es la que premia a los grandes empresarios por su mala gestión. Es evidente que hay soluciones más simples, claras y directas como subsidiar a los desempleados por la crisis. Si no dejamos que las empresas que no son aptas caigan (lo cual también no se sabe si sucederá siquiera) y las empezamos a avalar o colgárselas a unas que funcionen bien ¿Qué va a suceder cuando esa nueva gran empresa cojee? Es una puerta que no queremos cruzar aunque ya lo vivimos con el completo deterioro del servicio del Metro al imputarle el TranSantiago. El estado debe monitorear y fiscalizar, interviniendo en las situaciones en que la concentración del poder va en desmedro de la gente. Hay que dejar que quiénes tomaron malas decisiones sufran las consecuencias pues si no pensamos de forma independiente y seguimos los pasos de E.U. respecto de esto, vamos a llegar ahí mismo a donde ellos están ahora.

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