"...Tengo la certeza, de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición." decía el Doctor en su discurso a Radio Magallanes, antes de suicidarse. Sin embargo, para estas fechas, siempre nos queda un extraño sinsabor del porque Allende se suicido. Isabel Allende admite haberse negado siquiera a pensar que su padre se suicido durante todos los años de la dictadura, sólo para aceptar con amargura el verdadero destino del Doctor, después de la exhumación de su cuerpo en 1990. Incluso agrega que tuvo que pedirle perdón al Dr. Patricio Guijón por haber desconfiado de él durante todos esos años.
Para Isabel Allende, como para muchos otros, lo más grande de Allende fue su muerte, un profundo acto de coraje y determinación. En cambio, para otros, lo que Allende hizo fue una cobardía. Que dificil es juzgar si el suicidio es un acto de gloria o miseria. Quizás el único capaz de conocer la verdad es el propio suicida. No somos nadie para decir si la muerte de Allende es lo propio a un cobarde, o es el reflejo de una poderosa valentía.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta que para el momento en que el Doctor se siucidaba, el país se derrumbaba. Los militares ponían sus sangrientas garras en el poder de forma indefinida. La Moneda ardía y los aviones la sobrevolaban. La muerte de Salvador Allende dejaba desamparados a muchos camaradas y en manos de militares a todo un país. En efecto, fue darle rienda suelta a el más macabro de los régimenes. Ese que todos salieron a celebrar el primer día, pero que hoy por hoy todos lamentamos.
En este sentido, no podemos dejar de mencionar que si Allende hubiere vivido, se hubiese evitado la muerte de muchos de los que hoy forman parte de los detenidos desaparecidos. Es decir, de haberse entregado, el país no hubiera llegado a tal punto de conflicto. Y no hablo aquí de que Allende debió haber luchado hasta el final y no matarse. Ese fue exactamente su error, llevar las cosas al punto al que se tuvo que suicidar. El médico, como autoridad máxima del país, jamás debió llevar la pelea hasta ese extremo. ¿Quien es mejor capitán? ¿El que bajo circumstancias adversas lleva a su gente a pelear gloriosamente hasta la muerte sin importar que esto implique el exterminio? ¿O aquel que logra llegar a un acuerdo con el enemigo que asegure una rendición digna? El presidente tenía una responsabilidad que ignoró, la gente confiaba en él.
El suicidio de Allende fue un acto de increíble irresponsabilidad. Y no porque se halla suicidado, sino porque murió. Al igual que un padre de familia no puede arriesgar su vida porque con eso arriesga a toda su familia. Y aunque nadie pueda dirimir que es mas glorioso o digno, es claro que es igualmente irresponsable un padre que se quita la vida, a uno que maneja a exceso de velocidad y se mata.
Hoydía llega denuevo el once de Septiembre y todos se acuerdan de lo ocurrido el setenta y tres. Pasan documentales por televisión del golpe militar. Algunos vándalos salen a la calle y la fuerza policial demuestra su incompetencia profunda una vez más: por su puesto, los que salen perjudicados son los microempresarios y dueños de pequeños locales. Los políticos salen a hacerse propaganda por medio de algún homenaje al Dr. Allende. Y no falta alguna vieja enrarecida en algún lado que aún piensa: ¡Viva Pinocho! La misma historia de siempre, y la gente normal, la mayoría ya estamos planeando que vamos a hacer y donde vamos a pasar el diez y ocho.
Para Isabel Allende, como para muchos otros, lo más grande de Allende fue su muerte, un profundo acto de coraje y determinación. En cambio, para otros, lo que Allende hizo fue una cobardía. Que dificil es juzgar si el suicidio es un acto de gloria o miseria. Quizás el único capaz de conocer la verdad es el propio suicida. No somos nadie para decir si la muerte de Allende es lo propio a un cobarde, o es el reflejo de una poderosa valentía.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta que para el momento en que el Doctor se siucidaba, el país se derrumbaba. Los militares ponían sus sangrientas garras en el poder de forma indefinida. La Moneda ardía y los aviones la sobrevolaban. La muerte de Salvador Allende dejaba desamparados a muchos camaradas y en manos de militares a todo un país. En efecto, fue darle rienda suelta a el más macabro de los régimenes. Ese que todos salieron a celebrar el primer día, pero que hoy por hoy todos lamentamos.
En este sentido, no podemos dejar de mencionar que si Allende hubiere vivido, se hubiese evitado la muerte de muchos de los que hoy forman parte de los detenidos desaparecidos. Es decir, de haberse entregado, el país no hubiera llegado a tal punto de conflicto. Y no hablo aquí de que Allende debió haber luchado hasta el final y no matarse. Ese fue exactamente su error, llevar las cosas al punto al que se tuvo que suicidar. El médico, como autoridad máxima del país, jamás debió llevar la pelea hasta ese extremo. ¿Quien es mejor capitán? ¿El que bajo circumstancias adversas lleva a su gente a pelear gloriosamente hasta la muerte sin importar que esto implique el exterminio? ¿O aquel que logra llegar a un acuerdo con el enemigo que asegure una rendición digna? El presidente tenía una responsabilidad que ignoró, la gente confiaba en él.
El suicidio de Allende fue un acto de increíble irresponsabilidad. Y no porque se halla suicidado, sino porque murió. Al igual que un padre de familia no puede arriesgar su vida porque con eso arriesga a toda su familia. Y aunque nadie pueda dirimir que es mas glorioso o digno, es claro que es igualmente irresponsable un padre que se quita la vida, a uno que maneja a exceso de velocidad y se mata.
Hoydía llega denuevo el once de Septiembre y todos se acuerdan de lo ocurrido el setenta y tres. Pasan documentales por televisión del golpe militar. Algunos vándalos salen a la calle y la fuerza policial demuestra su incompetencia profunda una vez más: por su puesto, los que salen perjudicados son los microempresarios y dueños de pequeños locales. Los políticos salen a hacerse propaganda por medio de algún homenaje al Dr. Allende. Y no falta alguna vieja enrarecida en algún lado que aún piensa: ¡Viva Pinocho! La misma historia de siempre, y la gente normal, la mayoría ya estamos planeando que vamos a hacer y donde vamos a pasar el diez y ocho.
¿Hasta que punto los políticos y las autoridades se pueden valer de la memoria de los detenidos desaparecidos para su beneficio publicitario? ¡Pero si hasta Frei quiere pertenecer desesperadamente al círculo de los familiares de detenidos desaparecidos! ¿Como se pueden sentir las personas a las que realmente les asesinaron y torturaron familiares, al darse cuenta de que están siendo utlizados? Hay muchos que se benefician enormemente por la miseria que tuvieron que vivir estas personas.
Me parece interesante tu punto de vista. Bien independiente.
ResponderEliminarMarta Carrasco
El caso de Frei es bastante raro en realidad. ¿Fue presidente y no hizo nada? De repente debería llegar a término esa investigación.
ResponderEliminar