Se celebran 20 años desde que el pueblo de Chile le dijo no al dictador. 20 años de democracia que nos costó un mundo recuperar y que hoy muchos celebran con cariño. Los principales actores del cambio hoy se sienten orgullosos y satisfechos; no es para menos, se liberó al país de un macabro peso aplastante.
Con toda admiración por lo que se logró en ese tiempo, quiero señalar que llama peligrosamente la atención como eso que costo un enorme esfuerzo, hoy no se valore, incluso por los mismos que trabajaron tanto para conseguirlo. Aunque no corremos tal peligro como el de aquéllos años, es necesario señalar la necesidad de que se repase qué y cómo es una democracia.
El otro día no pude dejar de sorprenderme con los dichos de R. Lagos en televisión. "Los partidos tienen que dar una señal clara de gobernabilidad al país, trás el liderazgo que escojan, y que ese lider es respetado como tal, y en ciertas definiciones es el presidente como líder de la coalición, el que cuando tome una desisción al final, sopesando todas las opiniones, de todos los sectores, trás esa desisción hay que estar. Es la única forma de ser gobierno". El enviado especial de las Naciones Unidas para tratar los cambios climáticos, quén tanto lucho para reestablecer la democracia, nos habla de gobernabilidad, concepto que se viene posicionando como arma retórica político-demagógica desde hace unos cuantos años ya. Es decir, para él, al final de cuentas, siempre hay que estar cuadrado detrás de la opinión del líder pues de lo contrario vamos a sucumbir bajo la ingobernabilidad.
Lo interesante es que, penosamente, tras los dichos de R. Lagos, se deja ver que se le está olvidando lo que es fundamentalmente la democracia. Si todos los partidarios de cada sector político se cuadrasen bajo una opinión, entonces no tendría sentido tener a la cantidad de diputados, senadores, alcaldes, consejales y etcéteras. ¿Para qué? ¿No sería mejor votar por una coalición que se dedique a tomar el 100% de las desiciones? ¡Fantástico! Súper gobernable la cosa. De partida, habría que sacar totalmente a los independientes y grupos como el juntos podemos, es decir, sólo aportan ingobernabilidad. Y que la derecha sólo se aparezca en las elecciones. ¿O no? El problema es que la base del sistema democrático es la diversidad, y cuando se busca, en cambio, obligar a los actores políticos a adscribir totalmente a la desición que el partido ordene, terminamos por menoscabar la democracia. ¿Por qué trabajar por la gobernabilidad significa para los políticos buscar la unanimidad?
La democracia es un sistema que asegura gobernabilidad a pesar de la diversidad de opiniones, de eso se trata y por eso es que todo creemos que funciona relativamente mejor que otros sistemas. De hecho, cabe preguntarse en Chile cuando ha habido ingobernabilidad: la respuesta es clara, justamente cuando ha faltado democracia: por ejemplo, cuando se intenta llegar con una revolución comunista al poder, o cuando se impone un sistema dictatorial. Y aunque algunos teman, clamando que en tiempos de guerra civil surgen las esisciones de partidos y contaposición de ideas dentro de los mismos partidos, la cuestión crucial es saber cuidar la democracia en esos momentos por sobre mantener la unanimidad de las ideas. En efecto, forzar la unanimidad en momentos de crisis es justamente invocar al desastre. A. Pinochet cometió atrocidades enormes por lo que el creía que era mantener la gobernabilidad. Bajo su dictadura las opiniones e ideas se forzaron a ser de un solo bando, eso trajo consigo aborredcibles abusos en contra de los derechos humanos. Por lo demás ¿Acaso no es eso lo que hace H. Chávez con sus reformas constitucionales y restricciones a la prensa: buscar un gobierno validado democráticamente pero totalmente monocromático? Y aunque quizá no se arriesgue tal tipo de violencia, buscar la homogeneidad de ideas con desesperación menoscaba la democracia, pues en el fondo la democracia es un sistema que busca la diversidad de ideas.
De ahí lo llamativo de los dichos de S. Alvear, por ejemplo, cuando dice que es el momento de "no darse gustitos personales" en cuanto a las campañas municipales, refiriéndose a los llamados "descolgados" y al PRI. ¿Se referirá con "gustitos personales" a no tener ideas totalmente supeditadas a la ideología del partido? O cómo olvidar cuando se decía que la derecha estaba empecinada en inducir ingobernabilidad cuando votaba la destitución en contra de Y. Provoste ¿Pero si fuese así, entonces por qué la democracia tendría este tipo de mecanismos? Y cuando rápidamente se expulsaron del partido demócrata cristiano a los díscolos. ¿Donde está la diversidad en ese partido? Si J. Lavín propone lo que P. Longueira llamaría un nuevo estilo de hacer política al considerarse Bacheletista-Alianzista. ¿Acaso no se está reflejando claramente allí el gérmen de un nuevo estilo oligárquico (o a lo menos aristocrático para los que todavía creen en la benevolente "elite política")? Como último ejemplo, cuando vemos al abogado A. Allamand proponiendo la famosa tesis del desalojo ¿Acaso eso no es un atentado directo contra la diversidad política inminente del sistema democrático?
Lo que se está produciendo es un enajenamiento generalizado de la clase política respecto de la realidad. Y no se trata de sembrar el pánico, pero la cuestión es grave. Mientras mas se alejan los focos de atención de los problemas de la gente, más problemas como el TranSantiago vamos a tener. Hay que tener cuidado con la política de tantos acuerdos y pocas discrepancias, el que no haya discusión, razonamiento crítico y/o diferencias entre las partes no es sano, solo frena las cosas y puede desencadenar corrupción. Parte fundamental del cambio es entender que no podemos segir teniendo esa política estancada y oligárquica como la de principios de 1900, la que funciona en base a concensos generales, lobbistas, arreglines, autosatisfacción, unanimidad, homogeneidad y etcétera. Se necesita hoy por hoy, una democracia crítica, diversa, activa y participativa; una dónde las diferentes ideas, no sólo provenientes de los círculos de poder, puedan ser tomadas en cuenta y no acalladas.